Las comidas de trabajo saben a gloria

En torno a una mesa todo sabe mejor y todo sale mejor. Nuestros restaurantes reciben la vuelta a la rutina con la intención de hacer de tus comidas de trabajo un momento de sosiego y de acierto seguro. Nada puede salir mal con una buena tortilla, un escalope gigante o una elegantísima kokotxa de merluza escabechada.

 

Septiembre trae muchos planes y compromisos. Volvemos del verano como si la nave nodriza nos hubiera traído de vuelta sin previo aviso. Aterrizamos desubicados, desorientados, con una bandeja de entrada que se desborda y una agenda infinita de compromisos por cumplir. La desconexión y los pies descalzos se han terminado, pero, como buenos comedores que somos, creemos firmemente que la vuelta es menos vuelta si los compromisos son en torno a una mesa. Y en Familia La Ancha las tenemos listas para tus comidas de trabajo.

 

Elegir un restaurante es una tremenda responsabilidad. Si es una comida de trabajo, quieres impresionar o, cuanto menos, que se sienta cómodo y resulte agradable para que todo fluya. Si es la comida con compañeros, que sea un rato divertido y una comida deliciosa. Y si es con seres queridos, que a todos les guste y salgan bien satisfechos. Por eso creamos nuestra oferta gastronómica variada y democrática; pero también creamos nuestros espacios para que cumplan tus propósitos.

 

Hay tres tipos de comidas de trabajo, esas en las que se quiere la más absoluta discreción y privacidad, las que acercan posturas con un vino y en las que uno quiere impresionar. Para las primeras, nuestro restaurante La Ancha (la de Zorrilla y la de Príncipe de Vergara), allí se puede disfrutar de una charla tranquila y las alubias de Tolosa y el pisto manchego que sale de nuestras cocinas. “Come la tradición de la familia Redruello en los reservados que tienen en La Ancha”, cita María Aguado en un artículo para Con El Morro Fino donde recoge “los mejores restaurantes con reservado para ponerte fino (en privado) en Madrid”.

 

Otras comidas quieren ser distendidas, joviales y agradables, y aquí aparece el escalope Armando que se puede degustar en La Ancha y en una de sus versiones en Fismuler. Ese escalope gigante marca de la casa del que la periodista Marta Fernández Guadaño en Expansión dice “Un filete de ternera empanado y con tamaño realmente XL, acompañado de patatas panadera, cebolla frita y cogollo de lechuga, está catalogado, sin duda, entre los platos más consumidos en comidas de negocios por diferentes generaciones de empresarios”.

 

Una tortilla de patata hecha con cariño y acompañada de un buen vino puede abrir fácilmente la conversación. En Las Tortillas de Gabino, referencia de este plato en Madrid según Guía Michelin, hay mil formas de tomarlas. Con pulpo, con chipirones en su tinta, con callos, trufada, con gambas y salsa picantita… y la Velazqueña, la clásica que hacía Gabino. Con una tortilla de patatas es imposible fallar. Y con unas croquetas de jamón ibérico y con unos boquerones adobados…

 

Y, por último, están las que quieren impresionar. Aquí entra en juego el Club Financiero Génova. Es un club privado, pero no es de acceso exclusivo para socios, cualquiera puede ir a comer a su restaurante, donde nos hemos fijado en los antiguos recetarios para crear una carta dinámica y basada en las raíces. Esta conjunción de enclave impresionante con vistas a la plaza Colón, el Museo de Cera, la Biblioteca Nacional y el siempre vibrante centro de Madrid, y cocina reconocible y sorprendente a la vez, que reconforta y satisface, nos parece imbatible cuando de lo que se trata es de no dejar indiferente.

 

En el caso de Barcelona, sin duda Molino de Pez. Tras su cierre por culpa de un incendio vuelve a abrir sus puertas con novedades y con su cocina de recuerdos en un espacio que resurge como el ave fénix. El sitio que eliges dice mucho de ti, y en Molino de Pez se habla de cercanía con el picoteo de coquinas, de elegancia con los pescados a la brasa, de amor por la tradición con los guisos como el cocido o las lentejas y de aprecio por la calidad con toda esa materia prima apenas intervenida.

Las comidas de trabajo saben a gloria

En torno a una mesa todo sabe mejor y todo sale mejor. Nuestros restaurantes reciben la vuelta a la rutina con la intención de hacer de tus comidas de trabajo un momento de sosiego y de acierto seguro. Nada puede salir mal con una buena tortilla, un escalope gigante o una elegantísima kokotxa de merluza escabechada.

 

Septiembre trae muchos planes y compromisos. Volvemos del verano como si la nave nodriza nos hubiera traído de vuelta sin previo aviso. Aterrizamos desubicados, desorientados, con una bandeja de entrada que se desborda y una agenda infinita de compromisos por cumplir. La desconexión y los pies descalzos se han terminado, pero, como buenos comedores que somos, creemos firmemente que la vuelta es menos vuelta si los compromisos son en torno a una mesa. Y en Familia La Ancha las tenemos listas para tus comidas de trabajo.

 

Elegir un restaurante es una tremenda responsabilidad. Si es una comida de trabajo, quieres impresionar o, cuanto menos, que se sienta cómodo y resulte agradable para que todo fluya. Si es la comida con compañeros, que sea un rato divertido y una comida deliciosa. Y si es con seres queridos, que a todos les guste y salgan bien satisfechos. Por eso creamos nuestra oferta gastronómica variada y democrática; pero también creamos nuestros espacios para que cumplan tus propósitos.

 

Hay tres tipos de comidas de trabajo, esas en las que se quiere la más absoluta discreción y privacidad, las que acercan posturas con un vino y en las que uno quiere impresionar. Para las primeras, nuestro restaurante La Ancha (la de Zorrilla y la de Príncipe de Vergara), allí se puede disfrutar de una charla tranquila y las alubias de Tolosa y el pisto manchego que sale de nuestras cocinas. “Come la tradición de la familia Redruello en los reservados que tienen en La Ancha”, cita María Aguado en un artículo para Con El Morro Fino donde recoge “los mejores restaurantes con reservado para ponerte fino (en privado) en Madrid”.

 

Otras comidas quieren ser distendidas, joviales y agradables, y aquí aparece el escalope Armando que se puede degustar en La Ancha y en una de sus versiones en Fismuler. Ese escalope gigante marca de la casa del que la periodista Marta Fernández Guadaño en Expansión dice “Un filete de ternera empanado y con tamaño realmente XL, acompañado de patatas panadera, cebolla frita y cogollo de lechuga, está catalogado, sin duda, entre los platos más consumidos en comidas de negocios por diferentes generaciones de empresarios”.

 

Una tortilla de patata hecha con cariño y acompañada de un buen vino puede abrir fácilmente la conversación. En Las Tortillas de Gabino, referencia de este plato en Madrid según Guía Michelin, hay mil formas de tomarlas. Con pulpo, con chipirones en su tinta, con callos, trufada, con gambas y salsa picantita… y la Velazqueña, la clásica que hacía Gabino. Con una tortilla de patatas es imposible fallar. Y con unas croquetas de jamón ibérico y con unos boquerones adobados…

 

Y, por último, están las que quieren impresionar. Aquí entra en juego el Club Financiero Génova. Es un club privado, pero no es de acceso exclusivo para socios, cualquiera puede ir a comer a su restaurante, donde nos hemos fijado en los antiguos recetarios para crear una carta dinámica y basada en las raíces. Esta conjunción de enclave impresionante con vistas a la plaza Colón, el Museo de Cera, la Biblioteca Nacional y el siempre vibrante centro de Madrid, y cocina reconocible y sorprendente a la vez, que reconforta y satisface, nos parece imbatible cuando de lo que se trata es de no dejar indiferente.

 

En el caso de Barcelona, sin duda Molino de Pez. Tras su cierre por culpa de un incendio vuelve a abrir sus puertas con novedades y con su cocina de recuerdos en un espacio que resurge como el ave fénix. El sitio que eliges dice mucho de ti, y en Molino de Pez se habla de cercanía con el picoteo de coquinas, de elegancia con los pescados a la brasa, de amor por la tradición con los guisos como el cocido o las lentejas y de aprecio por la calidad con toda esa materia prima apenas intervenida.