fismuler es el miembro más moderno y singular de Familia la Ancha, se hace con Barcelona con una carta precedida por su fama en Madrid, pensada y cocinada con rigor y servida en mesa con sencillez.

 

Dice Txaber Allué que “La cocina de Nino Redruello siempre es garantía”. Le agradecemos la confianza, y sobre todo, que en esta crónica de Hule y Mantel corroborase sus expectativas. Sin embargo, y a pesar de los avales madrileños, no es fácil dejar volar tu proyecto, aunque sea bajo tu tutela, a cientos de kilómetros de distancia.

Es cierto que cuando tomamos la decisión de abrir fismuler Barcelona, lo hicimos con la garantía que nos daba su acogida en Madrid. Esperando que el crujiente escalope y la cremosa tarta de queso adelantaran el trabajo con la fama que les precedía para que los de la Ciudad Condal encontraran en este segundo fismuler la casa de comidas desacomplejada y sabrosa que ya estaba asentada en la capital. Y parece que la encontraron.

 

No lo decimos nosotros, lo dice Txaber, que ha descubierto una tercera vía a la tendencia gastronómica dual en estos tiempos que corren: “O hamburguesas de tres pisos o platos sin grasa, sin sal y sin sabor”. fismuler se encuentra en esa tercera vía: la de la cocina sin renuncias. “Si el plato pide más mantequilla, se añade más mantequilla, si pide un chorrito de aceite de oliva virgen extra, pues eso”.

Es curioso cómo esta afirmación resulta revolucionaria hoy; algo tan sencillo, tan de nuestras abuelas como era oler, probar y añadir a favor del sabor, ahora es algo reseñable por el exceso o la abstinencia de las tendencias gastronómicas. No es una revolución contra la alimentación saludable -aunque las dimensiones del escalope supongan cierto desafío- es una revolución en pro del sabor y el disfrute gastronómico que apuesta por el placer; placer que, sin duda, da la buena mantequilla en ese “homenaje esporádico” por el que aboga el periodista.

 

Ese placer en fismuler Barcelona se plasma en una carta corta que cambia con la estación y el mercado de cada día y que presenta platos en apariencia sencillos pero complejos en ideas. Es algo que resalta Txaber en la crónica de su visita y es algo definitorio de nuestra cocina: queremos que sea como cuando ves a un gimnasta hacer un triple mortal o dar vueltas en la barra fija y lo hace tan fluido que parece hasta fácil, hay que pararse a pensar un momento que un porcentaje muy pequeño de la población llega adquirir esa destreza.

Nuestra propuesta es un mortal en cocina que se sirve y se come fácil. La dorada semicurada es esa pirueta, un plato sencillo en apariencia que para explicar Txaber necesita un párrafo completo dedicado a su elaboración, pero es un carpaccio. O la tortilla de bacalao, el escalope o las alitas que no son propiedad del fast-food y pueden prepararse con gracia y vanguardia porque se encuentran con una porrusalda, una demiglace de ave con miel, limón y tomillo. Otro remolino que en plato es tan sencillo como “señor, sus alitas de pollo”.

 

Como bien indica Txaber, a todo se acostumbra el ser humano, también al placer. Él lo llama “adaptación hedonista”, y es peligrosa, porque si uno sucumbe a ella todo el tiempo, la toma como normalidad, igual que hemos sucumbido a tener tomates o algunas verduras todo el año y se dan por hecho, por eso también apuestan por cocinar al ritmo de la tierra.

fismuler nació en nuestra Familia La Ancha como ese sitio de capricho, ese sitio en el que sucumbir al gusto y el placer de la comida y, por qué no, la gula. Esa referencia para darte un homenaje y celebrar lo que sea, la vida. Porque, y de nuevo utilizando las palabras del periodista, “Comer bien es de las mejores maneras de romper la rutina y coger una buena bocanada de aire, aunque luego no haya más remedio que volver a sumergirse en el día a día. Y si se trata de comer bien, fismuler (Madrid / Barcelona) tiene que estar en la lista”.

 

Puedes leer el artículo completo de Txaber Allué para Hule y Mantel aquí.